Por Abigail Fuentes

Valeria Mussio dio una ponencia hoy por la mañana para pensar las literaturas electrónicas como glitch (desde el concepto glitch que Legacy Russell propone en su libro Glitch Feminism).

Mussio explica a grandes rasgos lo que Legacy Russell expone en el libro: el ciberfeminismo, por gran antítesis que aspira convertirse respecto a los movimientos feministas anteriores, sigue siendo una propuesta blanca[1] y académica[2]. Es por ello (Russell explica), que hay que glitchear (someter al error, a la falla) al feminismo para ampliar a su sujeto (la mujer cisgénero, heterosexual y blanca) con el objetivo de que las mujeres trans y las lesbianas, personas no binaries e individues queer o la comunidad de mujeres racializadas o habitantes del sur global puedan identificarse y participar de este feminismo que apela a performar la identidad en entornos hiperconectados como el internet.

Mussio comparte que es este concepto de glitch lo que le ha permitido pensar otras literaturas y otras textualidades. Por ejemplo, no se consideraría literatura a un bot poético de tuiter, no, al menos, desde la conceptualización canónica que hemos aprendido de literatura. Ella se pregunta entonces: ¿qué sucede con los conceptos que nos atrevemos a glitchear? Poemas con imágenes y stickers o sonido que se reproduce en la web, memes en las storis de Instagram o bots poéticos se convierten en literatura gracias a las potencialidades que ofrece el glitcheo de un concepto.

Es entonces cuando se propone el glitch, someter al fallo y ampliar  lo normativo (el sujeto del feminismo para Legacy Russell y la literatura para Valeria Mussio a través del glitch y el lenguaje para Beristáin a través del albur) con el fin de analizar otras formas de comunicación que no pertenecen exactamente a una categoría oficial y normativa sino a un grupo específico de individues que performarán nuevas reglas de un juego organizado (el feminismo, la literatura canónica, el lenguaje) para configurar dinámicas que se desplieguen en sus muy específicas subjetividades.

A diferencia del sentir de Beristáin con respecto a la ampliación del uso del albur, me alegra que éste haya llegado a lugares como las estrategias publicitarias o a la radio, aunque ya no sea “la lúdica hazaña verbal de los albañiles en las pulquerías” porque eso significa que el lenguaje de estos espacios está siendo modificado, ha sido glitcheado por el albur, se ha sometido a un fallo y se reconfigura gracias a éste. Eso y que no aspiro a creer que ningún concepto o espacio son tan consagrados o puros como para no merecer modificaciones por elementos extranjeros.

Retomo los bots de tuiter porque encuentro miles de posibilidades creativas en ellos, porque son la antítesis de la literatura canónica que escupe esta idea falsa pero consagrada de escritores sentados en la soledad de sus estudios, seres enfrentados a sus máquinas de escribir y que son golpeados por una ráfaga de violenta inspiración que los obliga a teclear y teclear hasta que el siguiente best seller es terminado.

Escribir un bot es ctrl + c y ctrl + v. Me gusta programar bots en tuiter porque encuentro los resultados tuiteados sumamente divertidos, porque no son efecto de mil horas sentada frente a una máquina de escribir y en pocas palabras porque son cósmicos e inusualmente bellos y poéticos.

Pienso que me encantaría que en un futuro los programas educativos relacionados a Letras o Literaturas han insertado una cátedra, taller o acercamiento a las literaturas nativas de internet, que han dejado atrás la eterna alabanza que el mundo de la imprenta ha cimentado alrededor del libro-objeto (sí, ajá, es genial la literatura que han construido las grandes editoriales, pero, ¿has visto los .epub de editorial matrerita o de broken english que tiene imagen .gif, memes, canciones de Britney Spears y que hablan de mazapanes?) para dar paso a otras posibilidades del lenguaje y de la literatura.


Referencias

Beristáin, D. (2003). La densidad figurada del lenguaje alburero. Revista de Retórica y Teoría de la Comunicación, 1 (1), 53-60.

Russell, L. (2020). Glitch Feminism. Verso.


[1] Teniendo en cuenta que los inicios de muchos movimientos feministas de la primera y segunda ola de feminismo fueron esencialmente movimientos de mujeres burguesas, así como el ciberfeminismo.

[2] El ciberfeminismo tiene sus inicios con Donna Haraway y bautizado por las VNS Matrix, colectivo de artistas australianas. Las prácticas ciberfeministas entonces se limitan y afirman en espacios como las universidades (producción teórica) y galerías de arte (la parte activa del movimiento).