Artistas de Internet
“¿Cuánto influyen en nuestra identidad las cosas que nos rodean?” (Villalón; Escareño) este fue el pensamiento que Carla Escareño y Andrea Villalón tuvieron para generar el proyecto artístico “Quiero ver cómo tú ves” el cual consistió en un intercambio de casas, mascotas, ropa, hábitos alimenticios y demás costumbres. Para mantener un margen en la honestidad del experimento, y evitar cualquier intervención entre ellas, se bloquearon de toda red social y se comunicaban mediante un intermediario para cuestiones totalmente necesarias. Todo esto fue documentado en una cuenta de Instagram (@quierovercomotuves) y presentado en el programa de radio por internet “Radio Nopal”. El statement de esta obra es claro ¿Somos nuestras posesiones? ¿Nuestras acciones? ¿Los objetos mediante los que nos identificamos? ¿O la identidad es algo más profundo que se cimienta en la conciencia de la propia existencia? Bernhard Pörksen lo menciona en su texto “Del Ser al Hacer “La existencia humana se realiza en la cotidianeidad” (Pörksen, 2008) es decir, para poder definir la existencia, esta debe de ser constatada por una serie de acciones y sus efectos; esta existencia debe de ser observada y contada.
En esta época de hypermodernidad, la identidad se construye desde lo digital, y la existencia es observada desde las plataformas de internet. Esta identidad “se caracteriza por ser una identidad conectada en cuanto a su estructura, en tanto que el sujeto es con los otros.” (CASTAÑO, 2012) Artistas cómo That Poppy, Mars Argo, Titanic Sinclair, Ashauri López, Ismael Prego Botana (Mismichu), Ter (@teruriruri), Vicente Monroy, Rocío Torres, Luna Miguel, Carmen Amat, etcétera, han cuestionado esto en su obra y en sus manifestaciones desde hace un par de años. ¿Quiénes somos cuando nos convertimos en autores y editores de nuestra propia imagen?
En el área de el marketing en los últimos años se ha desarrollado el concepto del self branding, esta idea que engloba la manera en la que creamos nuestra imagen corporativa, y esta identidad es pensada cómo una empresa, así cómo una serie de propuestas estéticas y de carácter que buscan darle una personalidad a esta imagen. Esta relación marca-identidad-consumidor ha sido posible gracias al uso de las redes sociales, las cuales han dado la capacidad de el consumidor de expresarse de manera individual, y ha dado a la marca la libertad de construir relaciones con sus clientes-usuarios. Según las estadísticas de Juan Carlos Mejía Llano (Mejía Llano, 2018) el mayor número de usuarios de redes sociales es el espectro entre 18 y 24 años, es decir estudiantes de formación superior. Linda Castañeda y Mar Camacho anuncian en su texto Desvelando nuestra identidad digital: “Los estudiantes (…) están preocupados por la imagen de sí mismos que proyectan a través de internet pero sólo de una forma social inmediata” es decir, su preocupación primordial, a la hora de presentarse en redes sociales, es la de observar los efectos de sus acciones en sus seguidores y no seguidores al instante.
En la actualidad, el tiempo en el que un usuario de internet se mantiene cautivo es de segundos, esto da al usuario promedio un lapso muy corto para generar una impresión. Provocando que los creadores deban mantener un ritmo de publicación constante. Es por esto que no debe de asombrarnos la tendencia que los artistas de internet siguen de compartir obra y proceso cómo dos partes de un todo, dos etapas para un mismo fin. Artistas cómo Bansky, Andrea Villalón, Krishna VR, Sarah Bahbah y curadores cómo Mark Rosen y Jia Jia Fei, tienden a compartir su proceso y su cotidianeidad en sus cuentas de Instagram entendiendo esta acción cómo parte de su método de creación y de interacción con su público.
Estos creadores tampoco dudan en compartir sus fuentes de inspiración bajo el pensamiento de: “eres la suma de tus influencias” (Kleon, 2012), o eso es lo que propone Austin Kleon en su libro Roba cómo un artista, estas referencias están ahí, a simple vista, Jonathan Lethem decía que cuando alguien dice que algo es original “nueve de diez veces no tiene idea de las referencias involucradas en la fuente original.” (Lethem, 2007) Y es en este juego de préstamos que la obra debe de ser valorada en este juego de posmoderneidad pesimista y cínica.
Un ejemplo reciente de estos prestamos es el video Famous de Kanye West, que no sólo hace referencia a la última cena, la idea de los doce apóstoles (nombre original de los animatronics utilizados para el videoclip) y la imagen copiada a la perfección de 12 figuras públicas de la cultura pop de los Estados Unidos de América. Tampoco podemos olvidar el trabajo de Jean-Luc Godard, famoso por auto referenciarse y por usar elementos del teatro clásico y moderno.
Uno mis ejemplos favoritos es la película de Bernardo Bertolucci The Dreamers, la cual toma referencias de películas cómo The Cameraman, Les Quatre Cent Coups, Scareface, Freaks, La Chinoise y un largo etcétera. Esta película está a su vez basada en la novela The Holy Inocents. Entonces, ¿la tendencia de apropiación es un fenómeno exclusivo de la era digital? La respuesta es no, sin embargo, la exposición a una cantidad inmensa de material, la globalización, y el ritmo de producción de imágenes e ideas de la época hypermoderna (transmoderna según escritores cómo Ernesto Castro) han hecho esta característica de la creación artística y las industrias creativas un mar de referencias y meta referencias que se superponen en un tejido de conceptos que claramente han dividido la generación millenial de las generaciones que nacieron previas a los medios digitales, comunicándose con otro lenguaje y con otro subtexto y contexto.
La capacidad de creación reside directamente en el volumen de acervo que posee un artista y/o diseñador, entonces ¿la generación actual de creativos es una generación que está condenada a no producir nada original? Claramente no, en esta época la cantidad de referencias en las creaciones contemporáneas sólo son mas evidentes y provienen de más fuentes. Además de que el cruce de medios y las meta referencias existentes está en su máximo punto puesto que el tiempo en el que existen la mayor cantidad de fuentes de inspiración siempre será el tiempo presente y su fácil acceso gracias al internet no genera otra cosa que una diversidad basta en fenómenos artísticos y de expresión.